Grisón se despertó a las seis de la tarde del día siguiente
completamente descansado, se sentía extraño pero lo achaco a las
horas extras de sueño y a la deshidratante, se aseo por completo y
con parte del fajo de billetes en la cartera se fue a la calle para
comprarse algo de ropa nueva y mas comida.
Al salir de la habitación del motel se extraño al observar que se
estaba haciendo de noche de nuevo por lo cual se precipito en ir a
buscar las cosas que necesitaba, seguía sintiéndose extraño pero
no le dio importancia acelero el paso hasta llegar a la tienda de
ropa mas cercana donde, soportando las miradas de asco y repulsión
de las cajeras, se compro un par de pantalones largos de color negro
y azul marino, tres camisetas de manga larga con diferentes
estampados, un suéter a rallas rojas y beis, un jersey con un
simpático dibujo de un perro bordado y un par de tenis blancos, no
conjuntaba mucho pero al menos estaban enteras y era ropa cálida,
pago con los billetes que llevaba en la cartera ante la sorpresa de
los trabajadores de la tienda, Grisón se sorprendió al descubrir
que le sobrara bastante dinero ya que se había llevado unos cuantos
billetes sin fijarse mucho en el numero exacto del dinero que
llevaba.
De vuelta a casa Grisón noto que unos chicos jóvenes le seguían
mientras uno de ellos hablaba algo que no pudo entender. Comenzó a
acelerar el paso preocupado por que le quisieran robar, pero le
seguían el ritmo, un señor de cincuenta y tres años no podía ir
mas rápido que un grupo de veinteañeros, asustado cruzo por varias
callejuelas y caminos en un intento de despistarlos pero cada vez que
se daba la vuelta hay estaban detrás de el siguiéndole, estaba a
pocas calles de su casa cuando un hombre que aparentaba treinta años
le sorprendió agarrándole los brazos, lo ultimo que escucho fueron
los gritos eufóricos de sus perseguidores y el golpe seco de algo
contra su cabeza.
Despertó en un zulo atado a una silla de pies y manos, confuso y
dolorido por el golpe que le habían dado en la cabeza, no podía ser
real los narcotraficantes le habían encontrado, Grisón podía
oírlos dando voces alterados por el dinero, peleando por quien tenia
que hacer guardia ese día y como no se dieran cuenta antes, Grisón
intentaba con todas las fuerzas que le quedaban zafarse de las
ataduras de las manos para poder así escapar pero era imposible.
Uno de los traficantes se entero de lo que el prisionero intentaba
hacer y comenzó a golpearlo brutalmente, ya que no podrían
recuperar el dinero al menos el no podría disfrutarlo, continuo
hasta que el jefe le separo, el suelo estaba lleno de sangre y un par
de dientes, viendo el maltrecho estado físico del prisionero el
líder de los traficantes saco una pistola y disparo contra el chico
que anteriormente le había dado la paliza a Grisón, el joven cayo
muerto al suelo dejando un reguero de sangre en la pared que tenia
detrás y un charco aun mayor en el suelo, sus compañeros lo
cogieron al peso y lo tiraron por la ventana.
Lo siguiente que noto Grisón fue la pistola aun caliente presionando
su cráneo, este era su fin pensó, cerro los ojos y se preparó
“pum”.
Grisón se levanto de un salto de la cama, eran las nueve de la
mañana, todo, absolutamente todo había sido una pesadilla, respiro
tranquilo se levanto y se encabezo al baño para darse una larga
ducha caliente, después de ducharse, afeitarse y tomar otra de las
latas de desayuno, cogió quinientos euros del fajo se los metió en
la cartera y salio a la calle.
Es un nuevo día uno real, se dijo a si mismo.