Cap.4
Al despertar la mañana siguiente Luis esperaba
encontrarse con algún símbolo de victoria, algo que le diera las esperanzas
necesarias para continuar, pero nada. Se quedo tirado en la cama pensando cual
sería su próximo destino, su próximo movimiento para vencer a aquel mal que
asolaba a su familia.
Estaba tirado en cama intentando recordar los lugares de
la casa en donde podrían estar escondidos los juguetes, podía ser cualquier
sitio, o, estarían en los lugares donde
solía jugar.
Casi de inmediato le vino a la cabeza el despacho de su
padre, un despecho pequeño cuyas librerías estaban llenas de libros complicados
de derecho y leyes, en la pared un retrato del dentro de un marco de oro con
muchas decoraciones colgado encima de una chimenea, en el centro de la
habitación una mesa llena de papeles y documentos importantes, una pluma y un
tintero decoraban la esquina derecha de la mesa, a cada lado de la puerta dos
armarios con las puertas de cristal cerrados con llave y dos sillones no muy
cómodos.
Luis de dirigió al despacho, pero antes de abrir la
puerta recordó lo cambiada que estaba la cocina y se tomo unos minutos para
prepararse por si se encontraba con algo fuera de lugar. Cuando se sentía listo
para abrir la puerta y encontrase con la escena más inimaginable posible se
encontró con el despacho normal, sin ninguna modificación de ningún tipo. Al
entrar se le cerró la puerta tras de sí de un portazo y sin preocuparse
demasiado empezó a buscar por todo el suelo, la mesas, las librerías.
Luis comenzada a sentir calor algo raro en esas fechas,
extrañado dirigió su mirada hacia la chimenea, estaba encendida, pero no tenía
leña ni carbón ni ningún otro combustible que lo hiciera posible, la llama era
de un color naranja fuerte, Luis se acercó para inspeccionarla y así descubrir
porque estaba encendida, pero al acercarse no había nada que prender, menos una
pequeña llave dorada, pero eso no tenía ningún sentido, pensó Luis extrañado,
una llave no podía arder como mucho solo se fundiría pero, ¿Qué podía abrir esa
llave? Y ¿Qué utilidad tendría?
Luis se quedo pensativo durante unos minutos,
contemplando como la llave desparecía dejando tras de sí un charco de algún
tipo de metal fundido. Casi al mismo instante en el cual la llave desparecía de
este mundo Luis se fijo en los dos armarios cerrados y en ese momento se dio
cuenta: Estaban cerrados con llave, la misma llave que acababa de desparecer.
Luis se acerco a ellos e intento abrirlos con todas sus
fuerzas, pero no cedían. Luis inspección los armarios desde fuera para ver si
merecía la pena el cansancio, empezando por el da la izquierda para terminar
luego por el de la derecha.
El armario de la izquierda estaba lleno de libros de
leyes antiguas pero solo eso, leyes que no le servían para nada, al acercarse
al derecho se fijo en la parte más baja que el cristal le permitía ver, ahí
estaba el soldadito revolucionario francés, pintado de tal forma que aparentaba
llevar ropa desgastada y sucia de la época agitando una bandera francesa en la
mano.
Luis sin pensarlo lanzó el puño contra el cristal para
rescatar a su “amigo” de su prisión transparente, al hacer añicos la puerta del
armario se hirió la mano, no mucho, pero si lo suficiente como para comenzar a
sangrar.
Luis cogió al revolucionario y se fue corriendo a su
habitación para guardarlo junto al recluta francés, en su armario.
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