Cap. 7
No
sabia cuanto tiempo había pasado desde la desaparición de su
hermana, pero Luis no la encontraba por ningún rincón de la casa,
nada en la planta superior ni inferior, buscaba cualquier rastro, un
trozo de ropa, algo fuera de lugar, cualquier cosa.
Pasaban
las horas y el joven niño no encontraba nada que mereciera la pena,
o eso pensaba hasta que se cruzo con una puerta que nunca antes había
visto, estaba en la parte trasera de la casa, dos puertas de madera
aparentemente cerradas, el niño agarro el picaporte de una de ellas
y tiró hacia arriba dejando al descubierto unas escaleras hechas de
piedra que llevaban a la más oscura de las penumbras, Luis temía
que la estructura se viniera abajo nada mas entrar, no resultaba
difícil de imaginar después del ataque recibido por parte de unos
arboles sin vida y del cambio de su habitación al son de las llamas.
Después
de media hora pensando detenidamente si
era buena idea o no bajar a buscar cualquier rastro de su querida
hermana mayor o de su secuestrador, decidió bajar.
Al
llegar al ultimo escalón tropezó y cayó de bruces al suelo, estaba
todo teñido de oscuro, ni una ventana, ni un agujero por el que se
filtrara el más mínimo rayo de la luz de la luna, sus ojos tardaron
un rato en acostumbrarse a la falta de claridad y unos minutos mas en
percibir las formas de los objetos que le rodeaban, tenia las
rodillas magulladas por el roce y el choque continuo con los objetos.
Se encontraba en lo que parecía el centro de la sala cuando percibió
una ligera luz de otro farol, a Luis le aterraba la idea de encontrar
otro farol ya que eso podía acabar en la visita de la extraña
sombra que le rondaba y que ni siquiera la luz mas clara podía hacer
desaparecer.
El
niño miro en dirección a su espalda esperando encontrar un haz de
luz que le indicara el camino hasta la puerta abierta de par en par,
pero nada, oscuridad pura, trago saliva y se acerco al farol poco a
poco.